Un panal de cemento,
pequeñas celdas cuadradas
con el tamaño justo
para años de descanso,
nadie dice nada,
todos parecen contentos,
acaba de llegar
un nuevo inquilino,
por fin ha conseguido
pisar la tierra prometida,
aquella que miraba
desde la otra orilla,
con una blanca sonrisa
tocando sus orejas,
las ganas soplaron
el fuego del esfuerzo,
dentro brotó el coraje
del profundo e intenso anhelo,
su sueño lo ha traído
dormido para siempre.