Menudo bodegón,
se oye el latir del corazón,
apenas se ve un alma,
dos corchetes caminando
entre paréntesis,
las aceras recuerdan
a un poema sin palabras,
los pájaros campan
a sus anchas, dando
un poco de conversación
al viento inquieto y aburrido,
se muerden la lengua
de rabia, cierran los puños,
los comerciantes abren
bajo el yugo y los fusiles,
las cajas acaban limpias,
entra y sale el aire vacío,
no terminan de controlarlo,
una sola palabra
parece dar en el clavo.