Afortunadamente quedan pocas horas para que termine el domingo y el fin de semana. Ha sido un día como todos los demás: fregar el balcón, recoger los cacharros fregados de anoche, preparar el desayuno, trabajar un rato, hacer las camas y el cuarto de baño, preparar la comida, fregar, trabajar otro rato y visita a la residencia. Quien no vaya allí no se puede hacer ni idea de cuán diferente parece el mundo entre sus cuatro paredes de como lo experimentamos fuera. Necesita mi visita diaria pero muchos días acabo extenuado porque me gustaría estar más tiempo y no se puede porque hay horarios y tengo otras obligaciones, porque considero que es un sucedáneo del vivir en familia pero no es posible con una dependencia tan grave que necesitas ayuda para levantarte, acostarte, vestirte o ir al baño. Vas descubriendo lo que olvida cada día, los recuerdos que mezcla en confusión de personas, lugares y momentos - el que a veces no te reconoce y tampoco hace caso a las explicaciones para hacerla salir del error. Pero sigo bajando. Mi actividad profesional que ya estaba seriamente comprometida antes de su ingreso y de la pandemia sencillamente está desapareciendo de día en día. Lo único que me mantiene en pie y que me hace sentirme útil es que al final de cada turno, me diga: "Hasta mañana si Dios quiere".
La verdad que no sé qué va ser de mi cuando me quede totalmente solo. Nadie me echará en falta cuando ya no esté
Como nota musical, una antigua canción popular lituana con traducción al inglés en el hilo de mensajes
https://www.youtube.com/watch?v=1LCvWWpW7sQ