General Bilbao  19 abr 2025 Menu usuario

El día que me quieras


Vivía un momento sereno, próximo a eso que llaman "plenitud" y aspiraba a tener la suficiente entereza para aceptar lo que la vida le presentara, bueno o malo.

Decidió tomarse unos dias libres y viajar a una de las ciudades españolas que más le gustaban. Sus gustos se decantan por ciudades medianas que a través de sus edificios y de sus calles rezuman la historia de tiempos pretéritos.

Había viajado hasta allí sólo; era un privilegiado ya que podía tomarse unos días libres en cualquier época del año, algo no disponible para el común de los mortales. La semana siguiente a la de su estancia estarán las calles llenas de turistas - pensó.


Estaba muy bien sólo - disfrutar de la soledad, cuando ésta es querida, es un privilegio al alcance de poc@s - pero no por ello renunciaba a compartir siempre y cuando apareciera la poseedora de la pieza del puzzle que se insertara perfectamente en la pieza que él poseía-. Por fortuna o por desgracia - nunca se sabe- no era de los que se tiraban fácilmente a la piscina, aunque alguna vez se había clavado una aguja en un pajar y estaba abierto a "clavarse" otra.

Entró en una cafetería de esas que no necesitan de youtube ni tik tok ya que el producto que ofrecen se vende por si mismo sin necesidad de aditivos publicitarios.

Pidió un café con leche y se sentó a una mesa. Iba a sacar el móvil para leer los mensajes recibidos y su atención se centró en la canción que sonaba en ese instante en la cafetería : "El día que me quieras.." en la voz del cantante mexicano Luis Miguel. La había oido muchas veces - sobre todo en la versión original con Carlos Gardel - y le gustaba la letra; sin embargo, prefería la música de "La comparsita", que había oído por primera vez al ver la película "Esencia de mujer", en la que Al Pacino interpreta a un oficial norteamericano que ha perdido la vista y que vive unos días intensos con su joven "canguro".

No era una persona con aptitudes para el baile y bailar ese tango, "La comparsita" era una especie de tarea imposible de llevar a cabo. En su otra vida o en otra venidera había sido o sería un pato - se dijo.

Le gustaban los tangos tanto como los fados - la intensidad y la melancolía - y recordaba la noche de hacía casi 38 años en la que había deambulado con su entonces novia en la noche lisboeta, por las calles poco iluminadas de la Alfama.

La canción le produjo una sensación de nostalgia y su cara se vistió con una sonrisa que lo animó a tararearla. Tras tomar el café, se dirigió hacia la Plaza Mayor. Había estado por la mañana en la Catedral y en la Universidad (contemplando por enésima vez el aula donde se decía había impartido clases Fray Luis de León) y sus ojos se habían humedecido al leer de nuevo una cita de Francisco Tomás y Valiente (al que admiraba), que aparecía en una pared del claustro.

Sentado en una terraza de la Plaza Mayor sus ojos se posaron en la luna llena que lo vigilaba y a sus labios retornó la letra de la canción : "La noche que me quieras, desde el azul del cielo, las estrellas celosas nos mirarán pasar.........".

Y camino del hotel se sintió afortunado y dio gracias por ese momento y por los que estaban por venir.








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maria

Precioso¡¡


23/04/2025
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